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Winter is not coming. Winter is here

Jueves, 11 de noviembre de 2021

¡Hola! El sobrino de la Encarnita otra vez por aquí. ¿Cómo estás? Espero que esta semana te haya ido todo bien.

Bueno, pues noviembre ha entrado con la fuerza que se esperaba. Estábamos en octubre y le comentaba a los vecinos que hacía calor. Y ellos sacaban media sonrisilla y me decían que esperara un poco, que iba a tener que cambiar la ropa del armario de un día para otro.

Y vaya que sí.

De un día para otro pasamos de 15 a 5 grados y desde entonces no hemos vuelto a tocar los 10.

Total, que he tenido que ponerme las pilas con el tema de no morir de frío en casa.

Y es que, aunque cambié las ventanas hace un mes (durante la primera mini-reforma que te conté en uno de los primeros emails), todavía no me había puesto del todo con ello.

¡No esperaba que el tiempo cambiase tanto de un día para otro!

Total, que esta semana me he puesto a tope con ello. Si no, me veo que no paso el invierno.

Llenando el tanque de gas

Lo primero que hice fue llamar para que vinieran a llenarme el tanque de gas.

No me pusieron ninguna pega y en un par de día ya había venido y lo habían llenado. Eso sí, me costó un ojo de la cara. Pero, bueno, se ve que este año el tema del gas va a ser caro (o eso dicen en las noticias).

El caso es que los radiadores empezaron a funcionar y pude dejar de ir por casa con el abrigo (sí, estuve unos días en ese plan).

Pero lo cierto es que no me gustaría tener la calefacción todo el día puesta. Y, además, al fondo de la finca había un par de árboles caídos y, por la pinta que tenían, llevaban así mucho tiempo.

Así que fue una cuestión de 2+2…

¡A por leña!

Lo primero que pensé fue en usar la herramienta de podadora de la desbrozadora. Pero esa herramienta no está pensada para cortar árboles grandes y secos. Así que me compré una motosierra.

Una de gasolina, bien grande, que meta ruido. Como la motillo que tenía de chaval sin silenciador.

Me llegó el martes y el miércoles me puse la ropa que compré con la desbrozadora, me calcé las botas y cogí la motosierra. ¡Directo a por los árboles!

Como anécdota, para que veas cómo me funciona la cabeza, tuve recorrerme la finca dos veces, porque me dejé la gasolina en el garaje.

En fin, es lo que tiene tener la cabeza a mil cosas al mismo tiempo.

Total, que allí estaba, con la motosierra y dos árboles enormes que cortar. No te voy a engañar: Me lo pasé pipa. La máquina cortaba la madera como mantequilla. Miedo me daba pensar en lo que podría hacer si enganchaba mi brazo (aunque, en teoría, tiene un seguro).

Total, que estuve todo el día cortando leña allí. Incluso me llevé la comida para no tener que andar para arriba y para abajo.

No fue hasta que terminé de cortar toda la leña que me di cuenta del percal: Ahora había que cruzar toda la finca con la leña. Y ni siquiera podía usar un carretón por el prao.

Obviamente, no lo hice.

Opté por otra solución: Dejar la leña en la “casa de aperos” que hay al fondo de la finca, que queda más cerca de donde estaban los árboles caídos.

Y digo “casa de aperos”, con las comillas, porque, cuando me acerqué y me puse a mirarla, me llevé una sorpresita. Pero eso te lo contaré la semana que viene, porque tiene miga.

La cuestión es que dejé la madera allí y, simplemente, cada mañana bajo a por unos cuantos troncos y ramas para tener en la leñera de la chimenea.

Por cierto, ¡no te imaginas cuánto les gusta la chimenea a Kompo y Lako!

Cambiando ropas

Lo siguiente fue cambiar todas las ropas, tanto la del armario como la de las camas (en plural, por si viene alguien).

Por suerte, la tía Encarnita tenía guardados los edredones y no he tenido que comprar nada nuevo. No es que me haga demasiada gracia tener las camas con ropa de señora mayor, pero menos gracia me hace seguir gastando dinero cuando puedo evitarlo.

Y, la verdad, con estas tres cosas ya lo tengo todo listo. Espero pasar el invierno bien calentito.

Planes a futuro

Antes de despedirme, me gustaría comentar que, cuando estuve reformando la casa los primeros días, me planteé instalar un sistema de aerotermia.

Este sistema funciona cogiendo la temperatura del aire exterior y metiéndola en casa. Y viceversa, también es capaz de coger la temperatura del interior y expulsarla (para tener “aire acondicionado”).

Pero, a la vista está, me ha pillado el toro.

Además, tengo que informarme un poco mejor sobre cómo funciona, cuánto cuesta, qué tan a cuenta sale, etc.

Pero, en general, me gustaría tener un sistema así, porque es 100% verde y sostenible y, además, reduce enormemente las facturas (sólo consume algo de luz –y ni eso si lo montas con paneles solares, aunque eso en Asturias sea complicadillo).

Pero, como digo, eso son planes a futuro. Ya hablaremos de ellos en algún email futuro (espero).

Y a esto he dedicado la semana, a prepararme para no morir de frío. Con buenos resultados, he de decir (también es verdad que no he tenido mucho trabajo, más allá de cortar la leña).

Y ya está listo, ahora puedo pasar el invierno sin problemas. Eso sí, el año que viene me tengo que acordar de hacer todo esto un poco antes, ¡porque he pasado unos días de frío que pensaba que me iban a quedar tieso!

¡Eso es todo por esta semana! ¡Nos leemos en la próxima!

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