¡Hola! Por aquí vuelve a estar el sobrino de la Encarnita, una semana más.
Y entramos en diciembre… ¡El mes de la navidad!
Ya me han confirmado varios familiares que van a venir a celebrar la navidad a mi casa, para terminar de inaugurar bien la nueva casa (porque, aunque la mayoría ya la habían visto, la verdad es que la he dejado como nueva).
Los niños se han puesto como locos con la idea de venir a casa del tito, ¡y más cuando se han enterado de que hay un par de vacas!
La verdad es que es normal, yo me acuerdo cuando era un niño: Todos los animales me encantaban, pero nunca había visto uno. Es lo que tiene ser de ciudad.
Yo creo que los niños deberían tener más contacto con los animales. Y lo puedo decir porque yo crecí sin ese contacto. Los niños de ciudad crecemos muy desconectados del mundo real y de la naturaleza.
Luego pasa lo que pasa, que Compromís dice que va a soltar burros para que limpien los bosques y no haya incendios, te parece una idea estupenda, les votas, y los burros acaban muertos. Porque te crees que el mundo rural es Disney.
Pero, bueno, que no me lío. A lo que voy es a que a los niños les encantan los animales, así que los pequeñajos se lo van a pasar de maravilla viendo las vacas y las gallinas.
Y ya les he comprado los regalos para, poco a poco, adoctrinarlos en las bondades de la vida rural: Tractores de juguete, regaderas, muñecos de animales… ¡Que el cerebro se les vaya haciendo al campo! A ver si en unos años pueden venir a ayudarme a manejar la finca.
La verdad es que, en mi familia, hay un par de personas que son 100% de ciudad hasta el punto de despreciar el campo. Nunca lo he entendido, pero esa gente existe. Paradójicamente, una de esas personas es mi cuñada, que es vegana.
No he entendido nunca demasiado bien esa beligerancia contra el campo al mismo tiempo que eres vegana. Quizá es por lo que comentaba antes: Ser de ciudad es tener una visión del mundo natural muy cercana a Disney.
Y, claro, cuando vas al campo te das cuenta de que la cosa no es tan bonita. Los animales no cantan y bailan cogidos de las manos. Porque unos tienen pezuñas y los otros tienen zarpas. Y no se llevan bien.
Tendré que pensar en qué hago de comer para ella, ahora que lo pienso. Ahora que lo pienso, podría darle pienso.
Es broma. Me cae bien mi cuñada. Es muy hippie. Tiene sus cosas, como todos, pero no es mala mujer.
Algo se me ocurrirá.
¿Y para los adultos qué voy a regalar?
Pues esto es más fácil, porque, aunque a los adultos nos separan muchas cosas, hay algunas que nos unen. Como el alcohol.
Así que, a los adultos, les voy a regalar escanciadores de sidra. Total, ya que estamos en Asturias, ¿qué mejor regalo que ese?
Que yo sé que esos escanciadores van a acabar decorando alguna estantería, porque nadie bebe sidra en Madrid. Allí solo beben agua, que dicen que está muy rica el agua de Madrid. Pero, oye, quizá compren alguna botellita de sidra por hacer la gracia.
Y, a malas, les sirve como recuerdo. Estuve en Asturias y me acordé de tu alcoholismo.
Mira, estos son los escanciadores que les voy a comprar: Clic para ver los escanciadores.
No son los más funcionales (aunque van bien, la verdad), pero, como sé que los van a acabar usando como elemento decorativo, pues les compro el más gracioso, no el más funcional.
Hay que pensar con la cabeza.
Y, ya que estamos, te enseño también los juguetes que he comprado para mis sobrinos:
Este tractor correpasillos para el hijo de mi hermana Sara, para que el niño la vuelva loca dando vueltas y chocándose con sus espinillas.
Para la hija de mi hermano Sergio, este pack de caballitos y esta tienda de campaña. Yo, por mí, regalaría tractores sin distinguir género, pero la verdad es que la niña se pasa el día jugando a las cocinitas y a los bebés, así que tendré que perpetuar el patriarcado para ser un buen tío.
Y, para el hijo de mi primo Esteban, que por alguna razón que no tengo muy clara también viene a pasar la navidad aquí, esta excavadora de juguete.
Yo creo que son buenos regalos, ¿no?
He invitado, también, a un par de vecinos (los que vinieron a arreglarme el establo). Pero más por compromiso que por otra cosa. Tampoco han demostrado mucho interés. Quizá se pasen a tomar algo después de la cena, pero cenarán en su casa. O eso me dijeron.
Total, que estas navidades las peleas son en mi casa.
¡Benditas navidades y benditas cenas familiares!
Y, a ti, te leo la semana que viene.
¡Un abrazo!
33199 Granda SIERO - Principado de Asturias
33600 Mieres - Principado de Asturias