¡Hola! ¡El sobrino de la Encarnita otra vez por aquí!
Como te conté la semana pasada, heredé una finca a los pies de los Picos de Europa y algo de dinero. Y la casa estaba hecha un desastre.
Pues bien, esta semana me he puesto a arreglar un poco el desastre en cuestión.
Como también te conté la semana pasada, lo primero que ha habido que arreglar ha sido:
Pues bien, paso a contarte lo que hice.
Empecé por arreglar todo lo que tiene que ver con la luz.
Básicamente, dos grandes problemas que había en la casa: El primero, que había ciertas partes de la instalación eléctrica que no estaba a punto y que, según lo que tuvieses enchufado, hacía que saltasen los plomos. El segundo, que los electrodomésticos eran viejos.
Lo primero tuvo algo de trabajo, pero, como siempre he sido un manitas, en un día lo tuve listo.
No voy a aburrirte con lo que hice. El caso es que los plomos ya no saltan, aunque tenga todo encendido en la casa al mismo tiempo. Ningún contacto raro. Todo fino como la seda.
Sobre los electrodomésticos, tienes que tener en cuenta que la casa era vieja y la optimización energética no estaba entre las prioridades de mi tía.
Así que lo que he hecho ha sido cambiar toda la cocina.
Literalmente.
Cambié la nevera y el horno, añadí un lavavajillas, cambié los pequeños electrodomésticos (cosa que me salió muy bien de precio gracias a los productos de los amigos de En Lago –puedes verlos aquí)… Y, claro, también cambié la lavadora, que me sorprende que siguiera funcionando, siquiera.
Además, ya que estaba, cambié todas las bombillas de dentro de casa por bombillas LED e instalé unos focos exteriores, también LED (concretamente, estos).
Ahora la casa da un poco menos de miedo.
En cuanto a la fontanería, la verdad es que había poco trabajo que hacer. La cocina tenía una salida de agua que pude utilizar para instalar el lavavajillas, y eso era lo que más miedo me daba.
Aparte de eso, sólo hubo que cambiar algunas griferías que perdían un montón de agua y limpiar los desagües.
Nada complicado.
Una vez llegaron los electrodomésticos, todo el trabajo estuvo hecho en apenas un día.
¡Facilísimo!
Lo siguiente que hice fue pintar la casa (en realidad, esto lo hice al mismo tiempo que cambiaban las ventanas).
Pensaba cambiar los muebles antes, pero preferí pintar antes… ¡Y fue un acierto! Luego verás por qué.
La casa, como te conté en el email anterior, no es muy grande. Así que no me llevó mucho tiempo. Y tampoco me comí demasiado la cabeza: Pinté de blanco.
Punto.
A fin de cuentas, la casa tampoco está en el lugar de España con mejor iluminación, así que mejor pintar de blanco y maximizar la sensación de luz.
Utilicé esta pintura y en apenas tres días lo tenía todo listo, con la ayuda de mi padre, que vino a pasar el fin de semana a ver la casa.
Como decía, mientras estaba pintando la casa tuve allí a unos operarios cambiando las ventanas.
Sucede que las ventanas eran casi más viejas que la casa. Y, claro, mantenían la temperatura regular.
Y, la verdad, no está el tema de la luz y del gas como para andar pagando de más en la factura.
Además, entre mis planes está hacer que esta casa sea lo más sostenible posible, así que unas ventanas que no aíslan bien no tienen cabida.
Por suerte, la cuadrilla que vino a cambiar las ventanas trabajó a destajo y lo dejó todo listo en pocos días y me hicieron un precio bastante bueno.
Ahora tengo unas ventanas que aíslan bien la temperatura y el ruido… ¡Aunque aquí el ruido que hay que aislar, en todo caso, es el de dentro!
Mira, no te voy a engañar: Cuando llegué a la casa y vi los muebles de hace décadas dije “esto hay que tirarlo todo a la basura”.
Pero, después de pintar la casa, limpiarla, limpiar también los muebles y reordenarlos un poco a mi gusto, la verdad es que pensé que era una tontería tirarlos.
A fin de cuentas, si llevan 20 o 30 años aquí y siguen cumpliendo su función, sería un crimen cambiarlos por unos de IKEA que se rompan en dos días.
También es verdad que el aspecto a viejo se ha reducido enormemente después de pintar y tirar muchos de los objetos de “decoración” que tenía mi tía.
Es increíble cómo se rejuvenece una vivienda cuando quitas los tapetes de ganchillo.
El caso es que me he quedado con la mayoría de los muebles.
Lo único que he cambiado han sido los colchones (he puesto estos) y el felpudo (he puesto este, que es muy cuqui jeje).
Así que, además de ahorrarme el trabajo de andar cambiando muebles, me he ahorrado el dinero que me habría costado cambiarlos.
Y me he quedado con unos muebles de una calidad muy superior, seguro.
Los he reordenado un poco para que todo esté más a mi gusto, pero ya está.
Y a esto es a lo que dediqué toda la semana.
La verdad, me sorprendió que pudiera hacerlo todo en una sola semana… ¡Pero cuando me pongo, me pongo!
Me quedaba desbrozar la finca, pero… Ahí me flipé.
Así que creo que la desbrozaré la semana que viene…
¡Estate atento a tu email que la semana que viene te cuento cómo ha ido y si he descubierto ruinas romanas debajo de toda esa maleza!
¡Un saludo!
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