¡Buenos días! El sobrino de la Encarnita otra vez por aquí, como cada viernes. ¿Qué tal la semana? ¿Bien? Seguro que sí.
Hoy te quiero contar cómo he empezado a manejar el tema de los animales.
La verdad, me asusta un poco estar metiéndome en muchas cosas a la vez, pero, como tampoco tengo otra cosa que hacer, supongo que podré sobrellevarlo.
Además, el huerto funciona por sí mismo y tampoco tengo muchas reformas próximas que hacer.
Total, el tema es que, cuando hace unas semanas estuve limpiando y desbrozando la finca, me encontré lo que yo pensaba que era una casa de aperos ahí hacia el final de la finca.
No le presté atención porque iba de culo intentando limpiar toda la finca. Pero el miércoles pasado, como te conté en el último email, me puse a cortar leña y fui a almacenarla allí… ¡Y me di cuenta de que no era una casa de aperos sino una especie de establo!
No sabía yo que la tía Encarnita hubiese tenido animales, la verdad.
Total, que me puse a pensar en si aprovecharlo o no. No es que lo reflexionara mucho (soy un poco impulsivo), y tenía escuchado que lo mejor para tener limpia una finca es tener un par de cabras o de vacas.
Así que me decidí a ello.
Voy a tener un par de vacas (por aquí es lo normal), aunque sólo sea para que me limpien el huerto. Y si dentro de un tiempo me dan algo de carne, mejor que mejor (aunque no tengo ni idea de cómo funciona eso –pero bueno, todo se puede aprender en esta vida).
Así que, nada, paso a contarte lo que he hecho esta semana.
La verdad es que el establo estaba hecho mierda. Aguantaba, pero si metía algún animal ahí me denunciaban por maltrato animal segurísimo.
¿El problema? Que tampoco sabía yo lo suficiente como para arreglarlo. Así que me acerqué al bar del pueblo y pregunté si había alguna empresa que pudiera hacerlo.
Me dijeron dos cosas:
La primera, que cómo era tan imbécil de confundir una casa de aperos con un establo (no con estas palabras, pero ése era el subtexto).
La segunda, que no necesitaba ninguna empresa, que Amancio y su hijo podían hacerlo.
Así que les invité a casa para que vieran un poco el asunto, y me dijeron que en una semana estaba listo por 900€.
Ni me lo pensé y les dije que sí.
Hay que decir que añadieron, en el lado del establo, un pequeño techado para poder guardar ahí la leña. Nada especial, un tejadillo para que no se moje mucho cuando llueva.
Total, que estuvieron toda la semana trabajando allí por las mañanas. Al mediodía comíamos juntos un bocadillo (yo también estaba trabajando en el exterior, como verás en un momento) y, después del café, marchaban.
La verdad es que hice buenas migas con ellos y me han invitado a una barbacoa que van a hacer dentro de un par de semanas. Ya os contaré qué tal.
También anduvieron preguntándome qué pensaba tener en el establo, pero, de eso, os hablo un poco más abajo.
Mientras Amancio y su hijo (Javier) estaban trabajando en el establo, yo me puse a montar un gallinero.
En realidad, lo de tener gallinas era lo único que tenía claro en relación a los animales cuando me vine a vivir aquí. Lo de tener otros animales ha surgido de casualidad al ver que estaba ahí el establo.
Total, que me puse a montar un gallinero al lado de donde tengo el huerto. No me resultó muy difícil, porque lo que he hecho ha sido montar una estructura bastante simple.
Compré ocho perfiles de ángulo ranurados de tres metros y otros cuatro de dos metros. También compré unos perfiles cortos para hacer las uniones en forma de triángulo y, básicamente, monté una estructura de 3x3 que después clavé al suelo.
Después, sólo tuve que poner un poco de malla de alambre y tensarla y colocar un tejado de PVC. No tuvo mucho misterio, la verdad.
La única parte difícil fue la puerta, pero Amancio y Javier me echaron una mano.
Podría haber comprado un gallinero directamente, pero este que he montado no me ha costado ni 50€ y es enorme.
Después metí dentro un arcón de madera que se puede abrir por encima y que tenía sin usar en el garaje (con un poco de paja para que estén a gusto las gallinas) y unos palos para que puedan subirse ahí cuando lo deseen. Y bebedero y comedero, claro.
Me quedó bastante curioso y me caben dentro media docena de gallinas y un gallo que dé por culo por las mañanas (aunque con todos los que hay en el pueblo no se va a notar).
Como decía antes, Amancio y Javier me preguntaron qué animales quería tener. Y yo les dije que ni idea.
Me dijeron que lo normal era tener unas “vaques”, que se encargarían de dejar el terreno a punto, sin que crezca mucho la hierba, y que podía preguntarles todo lo que necesitase saber sobre ellas, porque ellos habían tenido toda la vida.
Total, que me convencieron de comprar un par de vacas de carne por 800 euros cada una y las 6 gallinas por unos 50 euros.
Francamente, aún no estoy muy seguro de dónde me he metido. ¡No sé ni cómo tratar con esos bichos! Aunque, de momento, parece que están bastante a su aire por la finca. No prestan ni atención a Kompo (a Lako ni lo ven).
Javier me recomendó que pusiera un pastor eléctrico en la mitad de la finca para que Kompo no pase a donde están las vacas ni ellas se salgan, porque, si no, voy a tener al perro todo el día revolcándose en mierda de vaca.
De momento voy a arriesgarme, a ver si se equivocan.
En el resto de la finca no hace falta poner ningún pastor, porque está rodeada de zarzas y, según me han comentado, las vacas no van a intentar escaparse por ahí. Al menos, de momento.
Sobre cómo aprendo a manejar las vacas ya os contaré más en próximos emails.
De momento, hasta aquí lo que he hecho esta semana. Confío en que Lako y Kompo se acostumbren a sus nuevos compañeros. Supongo que no tardarán mucho, son muy sociables.
Y confío en tratar bien a esos bichos. Yo creo que sí, todos tienen una buena cantidad de sitio para moverse, comida y abrigo.
Ya os seguiré informando de cómo avanza todo esto, porque si lo del huerto era algo nuevo para mí, lo de los animales ni lo imagináis.
Pero seguro que va bien.
¡Y tú y yo nos leemos el próximo viernes!
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