Los llamados bulbos de primavera son más sensibles al frío que los de otoño, por eso se plantan cuando acaban las heladas invernales y deben sacarse cuando vuelve el frío, para almacenarse durante el invierno. Prácticamente, pueden dar color a cualquier rincón con sus flores durante más de medio año.

La temperatura ideal para su plantación suele estar en torno a los 13ºC; por debajo de la misma, los bulbos se arriesgan a pudrirse. Como norma general, además, excepto las begonias tuberosas y los ranúnculos, necesitan mucho sol. Por otro lado, muchos de ellos, como los bulbos de las dalias, suelen plantarse junto a otras plantas.